INTRODUCCIÓN
La Insuficiencia Venosa Crónica (IVC) constituye la enfermedad crónica más común que afecta a los seres humanos. Tan antiguas como la propia humanidad, con una elevada frecuencia en su presentación, de carácter progresivo y gran invalides de sus estadios avanzados. Los estudios epidemiológicos que abordan este tema son escasos y su prevalencia y factores de riesgo concomitantes no son bien conocidos. Dentro de los signos que caracterizan esta enfermedad se encuentran el edema, la presencia de varices, la lipo-dermatosclerosis, la hiperpigmentación, el eczema, la erisipela y las úlceras venosas, cuadro resultante de la estasis vénulo capilar secundaria al aumento progresivo y de manera permanente de la presión venosa de los miembros inferiores. Las formas de presentación más comunes son las várices y las úlceras venosas, y esta última es considerada la manifestación más grave de la IVC y la más difícil de tratar. Las manifestaciones clínicas suelen provenir de cambios postrombóticos en las venas profundas o perforantes insuficientes. El cuadro clínico puede depender de sus complicaciones postrombóticas que tienen pronóstico diverso. Este trastorno crónico y progresivo se acompaña de múltiples complicaciones asociadas que afectan la calidad de vida de estos pacientes quienes pueden llegar a ser invalidados laboralmente, con gran repercusión socioeconómica.